Hoy, repasamos un artículo de la sección de Economía de El Periódico, en la que se analiza la importancia del dinero en efectivo. ¡Sigue leyendo!

La gran mayoría de la población se ha acostumbrado a pagar más con tarjeta. Llevar efectivo hoy en día es raro. La comodidad y la tecnología han hecho que los pagos en metálico hayan disminuido.

El hecho de despreocuparse de ir al cajero o guardar en casa dinero efectivo, con el consiguiente riesgo, supone una ventaja práctica para el consumidor, a priori. Por otro lado, hay que tener en cuenta que hoy, las tarjetas también pueden trasladarse al móvil, hecho que, incrementa, todavía más la facilidad y agilidad en el pago.

La tendencia es ésta, y se prevé un aumento considerable del uso de tarjeta pese a pagar pequeños importes. Aunque los datos reales sean otros, uno de cada cuatro españoles paga en efectivo y el resto lo haga combinando ambas modalidades, y sea un 7% de la población la que utilice únicamente la tarjeta o el móvil.

Si, no vamos a negar todo esto, incluso que en algunos casos la tarjeta como medio de pago, es imprescindible. No obstante, varios estudios han arrojado un curioso dato: Combinando el estudio de costes que conllevan tanto la tarjeta como el efectivo (comisiones anuales de las tarjetas, comisiones por cajero, el coste del traslado de billetes en furgones, etc.), en la mayoría de los países resulta más caro pagar con tarjeta, sobre todo teniendo en cuenta los importes pequeños, considerándose a partir de los 180 € una equiparación de costes.

Por otro lado, debemos tener presente que, en las transacciones con dinero en efectivo, no hay esperas y, sobre todo no hay comisiones adicionales, el 100% del importe no se verá afectado, tanto para el cliente final como para el profesional.

El pago en efectivo es aceptado en todos los sitios, no hay necesidad de presentar acreditaciones de identidad, es más rápido y la posibilidad de fraude, hoy en día, con las máquinas de cobro existentes, son prácticamente nulas.

Tampoco podemos pasar por alto que el consumo se vuelve, en muchos casos, algo compulsivo, pues el hecho de llevar tarjeta propicia el gasto excesivo.

¿Cuántas veces compramos cosas que no necesitamos?

Las compras compulsivas se han disparado desde que la tarjeta se convierte en nuestra principal fuente de pagos. Si nos ceñimos al efectivo, la sensación perceptiva nos cambia, pensamos más, pues vemos dinero real, no plástico, y psicológicamente hace que midamos más lo realmente esencial. Además, si no llevamos dinero suficiente, no realizaremos compras innecesarias o caprichosas. Una forma de ahorro muy práctica y fácil.

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